¡Qué nervios! Nos estrenamos en nuestra primera publicación en el blog….
El pasado noviembre de 2021 grabamos nuestros dos primeros CDs, ambos de música para piano a cuatro manos. En este post os queremos introducir brevemente el primero: Mozart y Schubert. Música para piano a cuatro manos. Comentaremos qué obras contiene, por qué las hemos escogido y qué representa para nosotros tocar a cuatro manos.
El vertebrador del programa de este disco es la música de Wolfgang Amadeus Mozart y Franz Schubert, considerada como el centro del repertorio para dueto de pianos. Sin embargo, lejos de querer presentar las obras más emblemáticas de la formación, como por ejemplo son la Sonata en Re Mayor KV 448 para dos pianos o la Fantasía en Fa menor D940 a cuatro manos, hemos escogido dos piezas que, a nuestro parecer, contienen todo el espíritu estilístico y genialidad de cada uno de los compositores y, a pesar de ello, desafortunadamente quedan en un segundo plano en cuanto a popularidad.
Si bien Mozart no inventó el género del dueto de pianos, sí que sentó las bases de este género. En su caso, esta música tiene un porqué muy circunstancial, ya que con su hermana Anna Maria “Nannerl”, también pianista, acudían a la corte a presentarse y en muchas ocasiones aprovechaban para tocar juntos. En este sentido, este género fundía a los dos músicos en uno solo para impresionar a los aristócratas allá dónde su padre Leopoldo los llevaba, y era una carta de presentación de un familia talentosa que organizaba sus propios tours por Europa. En esta ocasión hemos querido grabar el Allegro y Andante en Sol Mayor K 357 con la completación de Robert Levin.
Por otra parte, la producción para piano a cuatro manos de Schubert asciende a un total de 54 obras, de las cuales 32 tienen número de opus, y Schubert es el compositor que más ha contribuido a este género en cuanto a cantidad y calidad. En este caso, hemos grabado las Variaciones sobre un tema original en La bemol Mayor D813 ya que representan una de las cumbres de esta literatura. Sin duda, es una pieza de concierto y transmite las características propias de la personalidad de Schubert: expresividad, sencillez, melancolía, canto, profundidad, brillantez, carácter de ländler, escritura de cuarteto de cuerda, etc… Uno de los motores de este género es la relación entre Caroline Esterházy de Galántha y Schubert. La relación entre alumna y maestro nunca terminó allí, sinó que el aprecio que Schubert sentía por Caroline lo llevó a escribir esta música para compartirla con ella en el más íntimo y cercano hacer musical.
La escritura a cuatro manos lleva al pianista a desarrollar cualidades específicas que no usa habitualmente al tocar solo o con conjuntos de cámara. Por una parte, el secondo debe agudizar la sensibilidad en cuanto al pedal, debe pedalizar en función del texto del primo y no del propio, así cómo tener en cuenta las diferentes articulaciones entre ambos pianistas y tomar decisiones para conseguir ambas. Otro aspecto importantísimo es la armonización. Especialmente en Schubert el elemento armónico es troncal para la expresión de los diferentes estados emocionales, como ocurre en sus lieds con el acompañamiento pianístico como descripción del texto. Paralelamente, la función del primo es la personificación de este sentimiento como el cantante de lied. Además encontramos la polifonía en los registros medios dónde se encuentran melodías principales y dota a la textura de una tridimensionalidad muy característica de cuatro manos. Pero sin lugar a dudas, la compenetración de la escucha propia y del compañero conlleva al éxito del hacer musical, que a nuestro parecer es la búsqueda continua de la flexibilidad en el fraseo, horizontalidad, dentro del marco claro de una pulsación fuertemente influenciada por la danza, la respiración conjunta, el anhelo y la escucha del silencio.
